La mayor ciudad cordillerana de Chubut está enclavada a orillas del río Esquel y rodeada por los cerros La Zeta, El 21, La Cruz y Nahuel Pan, donde se destaca la vegetación del valle conformando un hermoso paisaje en el que convergen árboles milenarios, ríos cristalinos, espejos de agua y frondosos bosques.

La visita a la ciudad puede dar inicio en la plaza principal, muy diferente a las tradicionales ya que su forma es octogonal y de cada uno de sus vértices parte una diagonal, lo que le da al pueblo un diseño muy particular. Los domingos convoca a la gente para curiosear o adquirir las artesanías y obras de los artistas que llegan desde la misma Esquel y de la vecina Trávelin.

Algo que la identifica por lo curioso es la cantidad de Relojes de Sol que pueden verse en las calles de la ciudad. Estos forman parte de un proyecto cultural y científico y cada uno está inspirados en las diferentes culturas que aportaron su identidad a la ciudad.

Los galeses que llegaron a la provincia demostraron su gran fe construyendo entre 1865 y 1923 nada menos que 34 capillas, de las cuales hoy siguen en pie 16, formando parte del patrimonio cultural de Chubut. Una de ellas es la Capilla Seion, en el casco urbano de Esquel, inaugurada en 1904. En su salón para actividades sociales funciona un centro de enseñanza del idioma galés.

También se recomienda visitar el Museo Histórico Lituano y de Ciencias Naturales Olgbrun, donde se podrá conocer la historia, cultura y fortaleza de esta patriótica raza Báltica. El Museo rescata la historia de los primeros lituanos que se asentaron en el Chubut, primero en Sarmiento, y luego se dispersaron a lo largo y ancho de la provincia. La muestra cuenta con obras literarias, cuadros, bordados y una serie de elementos en sus cuatro salones que permiten liberar la imaginación en un paseo guiado por sus propios dueños.