La ciudad de Colón se ha convertido en el sitio turístico preferido de la provincia de Entre Ríos para miles de familias cada año. Las playas y los deportes náuticos sobre el río Uruguay, y el Parque Nacional El Palmar emergen como sus atractivos más destacados. Sin embargo, el rescate de piedras semi preciosas es, precisamente, una de las gemas predilectas de turistas del resto del país y del mundo, que llegan a este punto del Litoral argentino.

 

Hace un cuarto de siglo, el descubrimiento de brillantes ágatas entre el canto rodado que en las canteras de la región se recogen para la producción de hormigón; despertó la atención de una familia emprendedora que se había instalado recientemente en Colón, proveniente de la Provincia de Buenos Aires. Aquella primera inquietud, se convirtió dos décadas después en una pujante reserva de minerales, con museo y feria de exposiciones, merced a la conjunción entre una creciente curiosidad y un inesperado interés por la geología por parte de esta familia, y a un contexto en el que “terapias alternativas” exponen cualidades favorables para la salud entre las piedras preciosas, semi preciosas y ornamentales.

En el barrio Troncos Petrificados, a menos de cinco kilómetros del centro de Colón, a 150 metros del Río Uruguay y a unos 500 metros de la Ruta 130, que une esta ciudad con la vecina San José; se encuentra el Reservorio de Piedras de Selva Gayol. Se trata de un museo, que también es sala de exposiciones y feria. Un punto al que arriban curiosos de los minerales, artesanos y trabajadores de la joyería y la bijouterie, y también familias de turistas que hallan en este lugar un paseo que complementa singularmente el abanico de atractivos de la zona.

Piedras con historia

Se estima que la presencia de ágatas en esta región, responde inicialmente a coladas de lava volcánica del prehistórico período cretácico y a posteriores procesos de erosión. El ágata es un conjunto de variedades del cuarzo o sílice, cuya cualidad característica es la de poseer serpenteantes bandas de colores poco contrastados que, alineadas una encima de la otra, con sutiles ondulaciones, responden a la forma misma de la piedra y cautivan las miradas de los aficionados y visitantes.

Entre marrones, amarillas, negras, las más de dos mil piezas de ágata que se exponen en este particular museo, varían no sólo por sus naturales características físicas, sino también por el trato que han recibido en el proceso de recolección, corte y pulido. Resistente a los reactivos químicos, se trata de una roca dura cuyo tamaño y forma pueden variar considerablemente.

Si bien la presencia de estas piedras semipreciosas en la región, no fue descubierta recientemente, la familia que inició este emprendimiento es pionera en recolectar, cortar, pulir y exhibir estas piezas; tareas en la que se viene formando a lo largo de los años y que demandan un riguroso y paciente trabajo artesanal. El canto rodado, por lo general, es utilizado por las canteras de la región para el cemento, cuyo rédito en la construcción es inmediato a través de procesos industrializados.

Es por eso que por años, ha sido resistido el trabajo de este mineral semiprecioso. También porque hay quienes no le quieren, al advertir que arruina los neumáticos de los vehículos y los calzados de los caminantes.

Actualmente, desde diversos lugares de la provincia y el país, muchos llegan a la Reserva para conocer los secretos de la tarea, formarse e iniciar emprendimientos similares. Al descubrir el esfuerzo que demanda, sólo algunos deciden seguir. Es que se trata de ir pacientemente a la cantera, revolver y revolver hasta elegir las piedras justas, las más grandes; observarlas detenidamente, recogerlas; para después cortarlas, pulirlas y lavarlas.

 

Bella, misteriosa y energética

Entre quienes arriban habitualmente por el emprendimiento de Selva Gayol, algunos se centran particularmente en llevar piezas de ágatas para enriquecer colecciones de minerales semi preciosos. Otros llegan atraídos por la singular belleza de esta piedra, que adquieren para incorporarla en productos de bijouterie y artesanías.

En los últimos tiempos, muchos las solicitan para tratamientos de gemoterapia o reiki, ya que esta piedra multicolor, formada a partir de multitud de cristales de cuarzo, se dice, posee propiedades energéticas que favorecen el equilibrio físico, mental e intelectual; tan necesario en tiempos de vertiginosidad y sobreexposición emocional. Según algunas terapias alternativas, esta piedra semi preciosa es capaz de actuar sobre los estados de ánimo de las personas, para asumir positivamente los desafíos cotidianos.

A propósito del valor espiritual que muchos buscan en esta gema, incluso se acercan algunas familias judías, quienes las llevan para dejárselas en los cementerios a sus seres queridos fallecidos, siguiendo una tradición religiosa que elige las piedras en lugar de las flores.

Y por supuesto, sin un interés predeterminado, cientos de familias arriban diariamente a este museo, en los días nublados y lluviosos, y también en las acaloradas jornadas de verano, como complemento de la playa y el ineludible Parque Nacional El Palmar, para vivenciar Colón desde otra perspectiva. No hay abuela, madre, padre, niño, que no quiera llevarse un colgante, un dije, un aro, una pieza de ágata, tras realizar el recorrido por este lugar.

El museo está abierto todo el año y es atendido por la misma familia, que responde de manera personalizada las infinitas consultas de los visitantes. También se ofrecen visitas guiadas. No hay un lugar similar en Entre Ríos, ni en la región, ni en el país. Hay personalidades del llamado “mundo del espectáculo” que llegan a conocer el lugar y gente que arriba desde remotos lugares del mundo y, sorprendida, comenta que nunca vio una colección tan completa e interesante como la que alberga este museo.